Un suspiro es todo lo que se necesita para que el mundo
cambie para siempre, un parpadeo y todo se convierte en nada. Vero lo aprendió
en una comarcal cierta tarde de verano. Atrapada en un amasijo de hierros, el amor yaciendo a su
lado con el cuello partido, un bebé nonato resbalando entre sus muslos y el
sonido de sirenas cada vez más cerca antes de que llegara la oscuridad, unas
tinieblas de las que no logrará escapar.
Luego las mentiras, “todo irá bien”, cuando lo que más
ansiaba era un imposible. Jamás podría ser madre.
Abandonó el hospital y los psicólogos que le recomendaron. Hay
heridas que nadie puede curar. Esa misma tarde se tatuó una amapola en el reverso
de la muñeca por su marido, otra junto al corazón por el hijo que nunca tendría
y desoyendo consejos y protestas regresó a su hogar
Ha pasado más de un
año y ahí está, en esa cárcel de recuerdos que la asfixian y la liberan, conviviendo
con una soledad que la ahoga al tiempo que le aporta el aire que necesita. En su
sagrado santuario donde los devaneos entre la fantasía y la realidad no tienen
fronteras. Así va pasando las jornadas, las semanas…, hablando sola con sus
fantasmas, paseando entre esas paredes que atesoran el aroma del amor perdido,
el sonido callado de un sonajero olvidado en algún cajón…
A veces contempla con la mirada extraviada a una mujer en el
espejo, con los dedos alisa el pelo desgreñado mientras una arruga se dibuja en
el entrecejo, jirones de cordura se abren en su mente recordando lo que una vez
tuvo lo que una vez fue, pero el dolor la insta a abrir las alas y alzar el
vuelo hasta instalarse nuevamente en la locura.
©María Dolores Moreno Herrera.
Uy que triste aveces. Es malo dejarnos llevar por el dolor y el deseo de sueños imposibles te mando un abrazo
ResponderEliminarQue razón tienes, pero a veces es una vía de escape.
EliminarUn beso linda.
Tremendo relato, demasiado duro.
ResponderEliminarseguro que hay cientos de casos reales al respecto. A la vuelta de estas vacaciones muchos hogares y familias quedarán rotas a causa de esos accidentes de tráfico.
Has descrito perfectamente la loca desesperación de la protagonista. Para mi al menos me resultaría insoportable esa soledad obligada y traumática.
Besos.
Cierto es duro, pero es como bien dices la realidad de cada día y mucho más en estas fechas. Para mí también sería insoportable una situación como esa.
EliminarUn beso enorme y gracias por tus palabras.
Desgarrador relato. Dolor extremo elevado a la enésima potencia. Ese sonido del sonajero callado pone el vello de punta. Nunca dejas de sorprenderme escribas lo que escribas.
ResponderEliminar¿por qué amapolas?
A tus pies.
J.S.
Un tanto exagerado eres tú, como se nota que me quieres.
EliminarAmapolas pues por que era palabra obligada y las puse como tatuaje por que son las flores de los caídos, de echo tuve la oportunidad de ver en Escocia una ceremonia muy bonita, e incluso hay quien dice que nacieron de la sangre de los heridos en las guerras. La clase te la cobro aparte conste jajaja.
Un lujo tenerte por aquí como siempre, que sé que andas muy liado.
Besos y recuerdos a los chicos.
Hermoso, pero terrible con todo el dolor que la vida nos suele imponer.
ResponderEliminarMe dejó mal sabor de boca cuando lo lei la primera vez y de nuevo sucedió la mismo.
Cuando se desgarra un alma así, me deja un vacío extraño en la mía.
Primuchi, dame una alegría un día de estos con uno de esos relatos que tan bien haces, pero que te cuesta narrar (jodía eres jeje) donde el amor gana y la muerte pierde.
Un deso grandote
La vida no es justa pero es así. Siento lo del mal sabor de boca, andas muy sensiblera últimamente y yo muy malvada jajaja.
EliminarBueno un día de estos intentaré hacer algo de eso que te gusta, pero ya sabes anímate y nos escribimos 500 paginas en un santiamén jajaja.
Yo también te mando un deso grandote sea lo que sea (jajaja).