sábado, 24 de diciembre de 2016

NAVIDAD




Por motivos ajenos a mi voluntad no he podido estar por aquí, sé que os debo muchas visitas y comentarios, espero en estos días poder ir a cada una de vuestras casas e ir poniéndome al día.
Hoy quería estar sí o sí. 


jueves, 17 de noviembre de 2016

COMO TE VEO YO (ACRÓSTICO)

Tenemos nuestra propia opinión sobre cada mes del año pero, ¿qué pensarían ellos si pudieran opinar de nosotros? Me atrevo a ponerle voz a un mes muy particular que seguro descubriréis, espero que os guste. 

(Imagen de la red)


No, no vale la pena luchar por batallas perdidas y tú lo eres.
Oyes el viento entre los árboles mas, no logras escuchar mí música entre sus ramas.
Ves la lluvia mojar los cristales, pero no agradeces el llanto del cielo regando la tierra.
Impasible me tachas de triste y melancólico, sin valorar los tesoros que te ofrendo.
Embeleso, pintando de ocres, rojos, amarillos…, tus bosques; deleito tus sentidos.
Mas, asesinaste al niño que alguna vez habitó en ti y disfrutó comiendo castañas.
Batiendo imaginarias alas entre montones de hojas secas que crujían bajo sus pies.
Riendo bajo el sol que, como el cálido beso de una madre, le acariciaba el rostro. Yo.
Exhalaré por San Andrés mí último suspiro, llevándome con él la magia que no me ves. 

(Imagen de la red)



©María Dolores Moreno Herrera. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

OSCURA INSPIRACIÓN

(Imagen de la red)


Lo encontré como se encuentran las cosas importantes, sin buscarlo. O mejor dicho él me encontró a mí.

Apareció entre la bruma, casi dos metros de puro músculo, largas piernas enfundadas en pantalones de cuero, cabello negro que caía sobre sus hombros y que se ondulaba al viento formando una noche aterciopelada a su alrededor, torso desnudo surcado por un mapa de cicatrices y los ojos del color del hielo cuya frialdad quemaba como el mismo fuego.

Aquel extraño y aterrador ser permaneció quieto frente a mí durante unos minutos que se hicieron eternos. Debía salir corriendo  pero, algo me empujaba irremediablemente hacia él.
 Así que  cuando estiró la mano, con el corazón bombeando como si me fuera a estallar, no dudé me acerqué y la tomé. Al sentir su contacto, una corriente de calor me recorrió por entero estremeciéndome de la cabeza a los pies. 

Alcé la vista para fijarla en aquellos iris helados y me perdí en un mar tormentoso que escondía mil tesoros. Miré entonces sus labios carnosos que comenzaban a curvarse, para descubrir cientos de risas ahogadas. Levanté el brazo que tenía libre, con los dedos repasé cada una de aquellas marcas blanquecinas que marcaban la dermis, las yemas de mis dedos percibieron el dolor que lo embargaba; tanto injusto pesar me atravesó como la primera vez que supe de él. Posé la palma abierta sobre el pecho, sintiendo como cada latido quedaba grabado en ella, emanaba tanto amor, escondido bajo corazas de escarcha,  que quemaba la piel.

Apreté los parpados incrédula, conocía a aquel hombre desde hacia tanto tiempo, que tenerle allí tan cerca era como un milagro.

—Bl… —. Quise decir su nombre pero me lo impidió.
    No, jamás digas quien soy —ordenó poniendo una falange sobre mi boca—, promételo.
    Pero...
    Te llevo mil vidas, aún así me has sabido ver más allá de todos los ojos que me han mirado en estos siglos, me has querido por mis defectos y defendido a pesar de que todos veían solo maldad —dijo casi en un susurro—, llámame como quieras, pero mi nombre te pertenece.

Me quedé sin habla ante la contundencia y sobre todo la veracidad de sus palabras, lo quise desde el primer día, lo quería y lo amaría hasta el último hálito de mi existencia.

—Te lo prometo —afirmé trémulamente.

Asintió complacido soltándome y alejándose hacia aquella neblina  que lo había traído.

(Imagen de la red)
—Siempre estaré a tu lado mostrándote señales que te inspiren, una palabra, una canción. Me colaré en tus sueños, murmuraré en tus oídos, me escucharas en el viento, en el griterío, en el silencio…, guiaré tu pluma. No te prometo que todas las historias sean bonitas o siquiera buenas. — mientras la niebla se lo tragaba le oí decir— Pero, todas serán tuyas, nacidas del corazón.

Me sentí sola, desnuda y desamparada cuando desapareció dejándome en la más absoluta soledad, aunque rápidamente percibí su esencia rodeándome, dándome calor. Tal como me aseguró años atrás ahí sigue hoy,
junto a mí.


Para algunos su musa es una criatura de alitas plateadas que esparce polvo de hadas sobre ellos, para otros una diosa con túnica y peplo. A mí en cambio me tocó una mezcla entre ángel caído y guerrero, todo romanticismo y odio, ternura y terror, erotismo y castidad, pecado y virtud... Él es Mí Oscura Inspiración.




   ©María Dolores Moreno Herrera. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

SE ES O NO SE ES

(Imagen de la red)


Aquel 31 de octubre, el pueblo se preparaba para celebrar la fiesta de la cosecha como cada año. Los astros estaban alineados como el día que murieron su tatarabuela y la hermana de esta, como la noche que nació y pereció su madre…

Su progenitora gran aficionada a la literatura, había decidido llamarla Beatriz en honor al amor de su poeta favorito. Eso le contó la nana que la crió. Nadie sabía quien era su padre. 

Beatriz nunca fue feliz, el vergonzoso pasado de su madre y su costumbre de hablar sola cosecharon el rechazo de gente supersticiosa, convirtiéndola en una paria. Un nuevo mundo se abrió para ella al cumplir los dieciséis, aunque estaba prohibido algo la hizo bajar al sótano y encontrar aquel extraño libro de tapas oscuras y sin titulo.
 Al principio la escritura manuscrita era difícil de entender pero, aquellas voces que habitaban en su cabeza — su secreto—,  le explicaron cómo interpretar cada símbolo impreso. Robó el ejemplar y lo guardó entre sus pertenencias para cada noche, dedicar un rato a la lectura.

En menos de dos años comprendía el lenguaje oculto en las páginas, quiénes le hablaban y cuál era su misión.

Aquel 31 de octubre cubrió su cuerpo con una vieja capa que olía a alcanfor. Amparada por la oscuridad se adentró en las sombras. Paseó por el viejo cementerio de lápidas gastadas y cruces torcidas, con sus níveos  dedos acarició algunas de las mohosas tumbas antes de proseguir hacia el bosque. La luna llena la guiaba a su destino.

Llegó a la zona donde los matorrales se espesaban, los apartó hasta encontrar la entrada de una cueva,  entró en ella. Los rayos plateados de la diosa del cielo se filtraban por una pequeña oquedad mostrando el dibujo en el suelo.

El pentagrama, de un rojo carmesí,  brillaba en todo su esplendor. Sin dudarlo se posicionó en el centro, sacó el pequeño estilete que guardaba entre los pliegues de su capa y dejó que esta cayera mostrando su joven desnudez.

(Imagen de la red)

Un ligero corte cerca del corazón, unas pocas gotas de sangre que burbujearon al caer sobre el piso. Palabras que brotaron de su boca antes que un aleteo sonara a su espalda, cerró los ojos sintiendo un escalofrío cuando unas plumas le rozaron los pechos antes de rodearla.

Levantó los parpados esperando encontrar el horror, sin embargo un ser de belleza extraordinaria la abrazaba mientras descendían hasta quedar tumbados en el centro del pentáculo.

El cuerpo del Diablo era su cama, él le daba el poder de entregarle su pureza, venderle su alma, de dar y exigir. Tomó lo que le ofrecían y clamó venganza.

Por las hechiceras quemadas, que sufrieran las almas injustas. En el camposanto se quebraron las losas marcadas y los quejidos de los difuntos que las habitaban retumbaron en el infierno.
Por quien hizo sufrir de amor a su madre. La hoguera del pueblo creció de repente y una lengua de fuego alcanzó al panadero, que ardía entre alaridos,  nada pudieron hacer por él.
Por los infames moralistas, la luna se tiñó de rojo y gotas de sangre cayeron sobre los habitantes de aquel lugar como lluvia ácida, abrasando a hombres, mujeres y niños que chillaban de dolor.
Entregada al Príncipe de las Tinieblas, las visiones y los gritos de horror la llevaron al éxtasis.

Vestida de placer y sudor depositó el rostro sobre el pecho de su Señor deseosa de más.
Nuevas presencias se iban uniendo a ellos, cuerpos que se iban entrelazando indiscriminadamente en un acto de lujuria, pócimas, perversión y magia negra.
Las brujas habían regresado para quedarse.

(Imagen de la red)


© María Dolores Moreno Herrera.

martes, 1 de noviembre de 2016

SI AMAS...

(Imagen de la red)
-Si amas a alguien déjalo ir si regresa es tuyo si no…

Ni siquiera te dejé acabar, separé los dedos y como agua te permití deslizarte entre ellos.
Allí bajo el umbral, con una sonrisa en los labios, la mirada franca me prometiste volver pronto.
En tus ansias por alzar el vuelo no percibiste el frío en mis labios cuando me diste aquel último beso que no me supo a nada. Y ahí parada te contemplé perderte en el horizonte.

Era consciente que tu juramento era honesto, lo que no llegaste a vislumbrar cuando abrí los brazos y te dejé marchar es que yo no estaría a tu regreso.

Ese mismo día batí mis alas y volé allá donde el viento quiso llevarme. No, no es que no te quisiera, simplemente nuestra visión del amor diferían millones de años.

Sobrevolé valles, montañas, ríos, mares y en mi andadura encontré otro nido. Un lugar donde otro me cubrió con sus alas y me dio calor, compartió sus sueños, nos cuidamos y dejamos de ser dos para ser solo uno.

Allí encontré a quien me enseñó que si amas a alguien no debes dejarle ir, sino aprender a volar juntos.

© María Dolores Moreno Herrera.

domingo, 23 de octubre de 2016

EL VIAJE A UNA VIDA MEJOR

Relato presentado a concurso y que resultó ganador esta quincena en la Comunidad Relatos Compulsivos. 

(Imagen de la red)

Nadir sonrió al  escuchar a su mujer cantar, le gustaba que Laila fuera feliz. Negros nubarrones anunciaban tormenta. Dejó el hogar y bajó a la playa. El viento soplaba con fuerza. Dio un respingo cuando la espuma marina le rozó los pies apartándose como si una corriente eléctrica le recorriera el alma. La lluvia comenzó a caer como si se abriera el cielo.

Sentado sobre unas piedras lo bastante lejos del agua dejó a su mente viajar al comienzo.

Norte de África. Media noche, un niño de siete años en una barquichuela abarrotada, un mar crispado golpeando aquella débil embarcación que, ya cerca de la costa, zozobra.  Su madre batallando contra los elementos,  arrastrándolo hasta una roca, antes de desaparecer. Gritos. Rayos que iluminan enormes olas, truenos que hacen temblar todo alrededor. Mientras unos pequeños brazos luchan por continuar aferrados en aquella pétrea estructura de afilados cantos que, con cada embestida del bravío océano que no entiende de hambre, frío, de miseria…, se clavan como puñales lacerando su delicada  piel de ébano. Más tarde el silencio ensordecedor.

El amanecer trae la desolación, trozos de tablas y cuerpos flotando a su alrededor, otros se hundieron para siempre en aquel Atlántico implacable, entre ellos los de una mujer con una túnica gris y la inocencia de Nadir. 

Alguien  lo encuentra horas después más muerto que vivo, lo arropan, alimentan y lo trasladan a un lugar seguro.

Ahora vive el presente…tiene los papeles en regla, un trabajo en unos invernaderos,  una mujer preciosa y espera su primer hijo…, aún así cada tormenta, el torrente de amargas lágrimas le lleva al pasado. Lentamente regresa a casa.

Como siempre Laila lo espera con una camisa seca, ya no canta, su rostro está ensombrecido como queriendo compartir el dolor que lo aflige a él.

Dibuja una sonrisa forzada, se quita la prenda mojada  y contempla las cicatrices blanquecinas en sus antebrazos y torso, muchas quedan ocultas por los pantalones, es el estigma que llevará por el logro de una vida mejor. Es afortunado.  Otros, como su madre, con suerte solo serán recordados.  


© María Dolores Moreno Herrera.

(Galardón obtenido, precioso trabajo elaborado por Sue propietaria de la
Comunidad Relatos Compulsivos).

sábado, 15 de octubre de 2016

LAS EXTRAÑAS VISITAS

(Imagen de la red)
Hay quien siente pavor ante ella yo nunca la he temido. Quizá sea por que la he mirado a los ojos o tal vez por que, de alguna manera supo hacerme entender.

La primera vez que la vi fue, entre febriles convulsiones, a los quince años. Mientras los doctores se apuraban en hacer descender el mercurio que rozaba los 42º, la dama oscura junto a su acompañante alado se acercó a mí, me miró con sus cuencas vacías, resbaló un huesudo dedo sobre mi ardiente mejilla, negó y abandonó aquella habitación murmurando algo.

En pocos minutos la fiebre comenzó a descender a niveles normales y regresé a casa. No dije nada a nadie, entre mi desbordante imaginación y los delirios sufridos por la calentura ya había sido suficiente, aunque esa visión marcó mi joven vida.

La segunda vez, sentí su presencia mucho antes de poder vislumbrarla. Venía a robarme. Sentí su aliento frío en la nuca, como un aviso, al tiempo que una mano me apretaba suavemente el hombro.  Me giré, su fiel acompañante llevaba entre sus brazos algo mío, mientras de su guadaña una sola gota de sangre brilló a la luz blanquecina del tubo fluorescente.  Nuestras miradas volvieron a encontrarse, por un segundo creí vislumbrar una lágrima rodar por su cadavérico rostro. Se giró y desapareció con mi preciado corazón. La odié con todas mis fuerzas.

Hace tres semanas la volví a encontrar, me miraba a través del espejo. Los dolores me consumían, apenas si me dejaban moverme y mucho menos razonar. Los medicamentos cada vez tenían menos efecto y las ideas extrañas comenzaron a surgir como sombras en mi mente. Sí, pensé en dejar todo atrás.
Tal vez todas las pastillas de una vez, o cortar las venas hasta que la última gota de sangre abandonara mi cuerpo… y entre esa neblina de pensamientos me encontré su reflejo.

Me revolví viéndola acercarse, por un momento sentí un alivio inmenso, venía a llevarme. Su semblante era tenebroso, un escalofrío me recorrió la espalda, no de miedo sino de expectación. Me agarró de los brazos y me puso en píe, con un rápido moviendo me cubrió con su raída capa.

Esperé, esperé..., un extraño olor comenzó a llenarme las fosas nasales, no era desagradable, simplemente raro, hipnotizante y como en una nube me sentí transportada a un cuerpo desconocido. Pude percibir el infinito pesar de aquella criatura al arrebatar la vida a un niño, el dolor por provocar dolor, el asco que sentía por si misma sin poder hacer nada por cambiar.
 Observé que era estar en todas partes, en las guerras, en la paz, en los árboles que lloran al ver como sus hojas caen y yacen, en los ríos que desembocan en el mar…, y aprendí la lección que ella me estaba enseñando.

Salí del estado de estupor y parpadeando comencé a orientarme. Ella como de costumbre comenzó a marcharse, antes de desaparecer se detuvo y dándome la espalda susurró:

—No me temes y te lo agradezco. Ahora sabes que es ser yo — apenas era una sombra cuando continuó—. Sabes tarde o temprano nos volveremos a ver.

 Respiré profundamente cuando se fue, me tumbé en la cama, reflexioné y decidí.

Iba a morir sí, pero de la única manera que sabía, del único modo que me habían enseñado, erguida, luchando, sonriendo, haciendo camino…
 La espero, sé que cada día resta para mí y suma para ella. Voy a morir, pero lo haré viviendo.


© María Dolores Moreno Herrera.

domingo, 2 de octubre de 2016

A UN "ILUSTRE" CONQUISTADOR.

(Imagen de la red)


Portando elegante armadura, brillante y fina
Conocí caballero montando en blanco corcel
Aunque el muy idiota, olvidó borrar el “made in China”.

Iba de balcón en balcón, como Don Juan enamorado
Embaucando a damiselas con trovos gastados
Yo, más bruja que doncella me olí el gato encerrado.

Como dama en apuros me dejé querer
Y ahí estaba el imbécil apurándose en ofrecer.
Sin saber que con cobardes me gusta jugar a no ser.

Prometió la luna y me dio  mil estrellas de plata
Pestañeando coqueta aceptaba aquella palabrería barata
Haciéndome con sus regalos abalorios de hojalata.

Mentiras de piernas cortas pronto se han de saber
Que un hombre que se considera tal ha de vestir por los pies
(Imagen de la red)
Y si engañas ten cuidado, no sepa ya la verdad la mujer.

Con las cartas boca  arriba le quité la careta
Ensañándome con él lo tumbé con sus embustes
Era payaso no  Romeo y ya no me divertía ser Julieta.

Así el pobre calzonazos que se creyó inteligente quedó como bobo
Que esta caperucita, ni pérdida ni indefensa
No quiere príncipe desteñido, sino feroz lobo.

Ni sé, ni me importa por donde andará aquel pobre amante de Teruel
Que me tomó por idiota
Y el único tonto fue él.


©María Dolores Moreno Herrera.

domingo, 25 de septiembre de 2016

PIRATA

(Imagen de la red)


Cual bucanera, corsaria o filibustera, sin pata de palo o parche en el ojo robaré esta, como tantas otras, noches en tu alma a mi antojo.

Tu cama será el pecio, el azul de tus pupilas ancho mar por el que navegar. Arrasaré tus labios, embriagándome en besos de ron.
Asaltaré tu cuerpo de proa a popa y de babor a estribor, marcando como mío cada rincón del navío.  
Los lunares de tu espalda en mis yemas llevaré, los gemidos de tu garganta  como dorados doblones en cofres guardaré, en mi lengua la pasión y, mi mayor tesoro poseer tu corazón.

Una guerra encarnizada que ninguno perderá, dos tibias y calavera en tu mástil ondeará mientras vas saqueando mi cuerpo desnudo perlado de sudor,  vistiéndolo con tus manos, cubriéndolo con tu boca, que ardan las sábanas, hasta rendir la fortaleza dejando de ser uno para volver a ser dos.

Si envidia y castidad me juzgan y de muerte es la sentencia, que su voluntad sea cumplida, con orgullo caminaré por el tablón con la cabeza erguida. Que me engulla el añil que en tus iris destella, con gusto me ahogaré hasta yacer en el abismo de tus estrellas.
 Desde el fondo de tu océano, espérame no desesperes, como corsaria volveré al grito de ¡Al abordaje! pues:

Es tu cama mi tesoro,
 Tu cuerpo mi libertad,
Mi ley tus besos y tus brazos,
Mi única patria tu amor.


© María Dolores Moreno Herrera.

domingo, 18 de septiembre de 2016

DESTINADOS

(Imagen de la red)


Como esos seres que nacen unidos por el meñique por un invisible hilo rojo que los unen en un amor eterno, así nacieron ellos, solo que en vez de esa hebra rojiza eran grilletes los que atenazaban sus tobillos y una infinita cadena los que los unían eternamente.

Daba igual el rumbo que tomaran, por distintas las direcciones que guiaran sus pasos, estaban condenados a encontrarse una y otra vez en el centro de aquella invisible rosa de los vientos que componía su mundo.

Se miraban sin verse.
Se hablaban sin oírse.
Se sentían sin tocarse.
Se olían kilómetros antes de llegar a encontrarse.
Paladeaban el sabor a sal del otro sin probarse.
Sus cuerpos vibraban por el deseo y el odio a partes iguales.
Estaban destinados a vivir tan juntos y tan alejados que el universo les asfixiaba, robándole el aire cada día un poco más.

Y allí una vez frente a frente, librando una maldita batalla en una guerra de antemano amañada, en la que ambos perdían, luchaban a muerte hasta yacer sangrantes. Solo una vez caídos moribundos se arrastraban para entrelazar los dedos en un único gesto de amor, antes de dar la estocada final.  Mientras él la mataba con el acero de sus palabras. Ella lo apuñalaba con la traición de sus silencios.



© María Dolores Moreno Herrera. 

domingo, 11 de septiembre de 2016

EL LIBRO MÁS BONITO DEL MUNDO

(Imagen de la red)


Entré en aquel lugar como entro a cualquier otra librería, por el simple placer de verme rodeada de libros, por el olor…, pero tan pronto puse los pies y la puerta se cerró tras de mí algo extraño me invadió.

Ciertamente había miles de ellos, pero no pude percibir ese aroma tan particular a papel o tinta, a cuero y lo más sobrecogedor era el silencio. Siempre puedo escuchar el susurro de algún ejemplar llamándome, porque por raro que parezca son los libros los que me eligen a mí, nunca yo a ellos. A pesar de mi incomodidad paseé por entre las estanterías repletas y mudas hasta que una vocecilla hizo que me girara sobre mis talones.

Frente a mi una señora de aspecto extraño, me pareció un duende salido de un cuento, me sonreía. Me hizo una señal con la mano para que la siguiera, cosa que, asombrosamente pues soy desconfiada a más no poder,  hice sin dudar.
Me condujo a una habitación enorme de paredes pintadas en un tono verde clarísimo y con un gran ventanal por donde se filtraba la luz del sol, la estancia estaba vacía excepto por un pequeño armario de caoba. Abrió las puertas tomó algo y se dirigió hasta donde me encontraba.

—Toma, puedes echarle un vistazo —me indicó con un susurro como si fuera un secreto y estuviésemos rodeadas de gente—, tienes una hora.

Miré lo que me mostraba; y que,  como un tesoro me tendía para que yo lo tomara.

— ¿Qué es esto? —pregunté agarrando con cuidado el paquete.
—Es el libro más bonito del mundo —respondió mostrando unos dientes blanquísimos dirigiéndose a la puerta, antes de salir me recordó. — ¡Una hora!

Miré en derredor buscando donde sentarme, al no encontrar nada me senté en el suelo. Me  entretuve un instante viendo las motas de polvo juguetear entre los rayos, suspiré y fijé la vista en el bulto que descansaba entre mis piernas cruzadas. Solté el lazo y quité el papel de estraza.
Ante mis ojos apareció una especie de desgarbado cuaderno, las tapas, de cuero marrón, estaban en mal estado;  con páginas que sobresalían unas de otras e incluso sueltas.  No había titulo ni en la portada, ni en el lomo. Suspiré desilusionada.

Abrí con cuidado y cual fue mi sorpresa, ante mí apareció una pareja paseando agarrados de la mano, en la siguiente hoja un bebé lloraba en una cuna plateada ante los ojos amorosos de sus padres…, fui pasando las crujientes páginas ansiosa…, dos niños haciendo travesuras, luego tres tramando como romper un horrible vestido rosa con un enorme lazo rosa para que pareciera un accidente…

Más tarde secretos de adolescente, folios teñidos de añil al descubrir que el príncipe azul desteñía, corazones con iniciales, letras picudas, borrones y renglones torcidos por los dioses.
Otros amarillentos de olvido, algunos con manchas de sal unas de alegría, otras de tristeza, miradas cómplices, besos robados, una rosa roja guardada entre poemas, cartas guardadas atadas con una cinta roja, el olor del primer amor, los nervios de la primera vez,  sábanas revueltas de pasión.
Encontré hojas rasgadas, pegadas con papel celo, unas cicatrizadas otras,
(Imagen de la red)
jamás dejarían de manar tinta roja. Eran las puñaladas de la vida.
Aroma a Tierra pegado en la piel que siempre permanecerá indeleble pasé lo que pase. Folios sueltos impregnados de indeferencia hacia quien no merece ni un misero sentimiento pero que formaban parte de aquel  volumen que iba cobrando sentido ante mis ojos.
Viajes inolvidables, locuras de amigas en la Puerta del Sol. Magia, dolor, risas, mentiras y verdades, muertes y nacimientos, llanto, alegría…caer y levantarse, rasparse las rodillas, vivir. Pero siempre encontraba el amor de quien verdaderamente me quería escondido a la vista para que pudiera vislumbrarlo.

Sentía las lágrimas fluir sobre mis mejillas comprendiendo lo que tenía entre las manos, cuando se abrió la puerta y aquella dama regresó.

—Se acabó el tiempo —indicó arrebatándome el libro— ¿te pareció hermoso?

Asentí incapaz de decir nada, sintiendo un gran vacío como si me hubiesen arrebatado parte de mí.

—¿Pero?

—Hay muchas hojas en blanco —musité tristemente al fin— y está tan mal conservado.

—Todo a su debido tiempo muchacha —rió envolviendo de nuevo aquel ejemplar—, ahora debes marcharte.

Guardó el libro en el armario y salimos de aquella cámara, cruzamos por entre los estantes repletos y mudos hasta la puerta. Antes de salir aprisionó mis manos entre sus palmas frías.

—Cuando exhales tu último aliento y  se acabe el libro tendrá una cubierta bonita, tú nombre en letras doradas y descansará en alguno de esos —paseó la vista por los estantes— pero recuerda, eres la protagonista de tu vida. Solo tú decides si tomas la pluma y escribes la historia que quieres vivir o dejas que otros narren lo que te hubiese gustado hacer.

Me soltó, abrió y me marché. Anduve medio grogui  un buen rato, aquello debió ser una alucinación. Volví sobre mis pasos hasta la librería. Allí no había nada, un muro de piedra vieja y enmohecida por los años. Parpadeé, me froté los ojos. Me estaba volviendo loca.

Llegué a casa, una carta me esperaba sobre el escritorio, no había remitente. La rasgué, una única frase con letra rimbombante, antigua como escrita por un duende rezaba:

“No permitas que nadie escriba tú historia por ti”.


(Imagen de la red)
Me tumbé sobre la cama y sonreí. Sí, definitivamente era hora de hacer algunos cambios, de recomenzar a vivir. Aún me quedaban muchas páginas por rellenar en el libro más bonito del mundo. 




©María Dolores Moreno Herrera.

sábado, 3 de septiembre de 2016

893

(Imagen de la red)


El salón de los Matsushita en Hawai estaba en penumbra. Eiji miraba la foto de una niña sonriente.

Por su cabeza desfilaban los recuerdos. Un muchacho con tantas ansias de medrar en la vida que,  pasó las pruebas de iniciación tan brillantemente que Akihiro Tsukino, se fijó en él de forma inmediata. No dudó en jurarle disciplina, coraje y lealtad. Tatuó su cuerpo como señal de respeto y orgullo.  Por honor, cuando ebrio de sake en aquella taberna  de Kobe se fue de la lengua, cortó él mismo su dedo meñique y envuelto en un paño de seda blanca se lo entregó. Lejos de expulsarle esta muestra de valor, le otorgó la confianza de Tsukino, que sabiéndole enamorado,  le concedió la mano de su hija Sakura, convirtiéndose en miembro de la familia.

Aprendió rápido y bien, extorsión, contrabando... De su relación nacieron Ichiro y la dulce Hikari.

Como otros grupos, su suegro decidió expandir el negocio a los EE.UU. Pisó suelo americano llevando consigo una lista de policias, politicos corruptos, y el nombre de miembros del hampa con los que negociaban.  Su cometido no era distinto al que realizaba en Japón, delitos de guante blanco, bajo la tapadera de una empresa hotelera que operaba en todo el país, que serviría para el blanqueo de capital.

Pronto el gran hombre de negocios fue conocido en todo el territorio acaparando portadas con su bella y carismática esposa, en fiestas benéficas y actos culturales. Ichiro estudiaba en Harvard, su hija pronto acabaría el instituto. Formaban parte de aquella sociedad como una familia más. Eran felices.

Todo iba a las mil maravillas hasta que el jefazo decidió ir más allá y meterse en el negocio de la droga. No le bastaba con los casinos, la trata,  la prostitución…
 Sabía que no era buena idea, se lo hizo saber a su mujer, con la que no tenía secretos,  quien estuvo de acuerdo e intercedió en hablar con su padre;  pero se negó,  su palabra pesaba más que su propia vida.

La pastillita con un dragón en relieve, un potente y adictivo alucinógeno hizo furor. Crearon su propia red de distribución saltándose algunas reglas.

Lejos de los principios por los que se regían,  a quien cabrearon no tenía ninguno. Su ira se cebó en Hikari. La secuestraron, golpeada y violada la tiraron frente a la casa como advertencia. La joven no soportó la vergüenza, esa noche la encontraron muerta en la bañera.

  Eiji murió con Hikari. No así Sakura, aunque para el clan, la mujer era sumisa y débil, en su interior habitaba el espíritu de los samuráis. La muerte de su hija no quedaría impune.

Dos semanas después del funeral, subió a su habitación, se vistió adecuadamente y salió amparada por la oscuridad. Caminó como un felino hasta el parque, oculta tras un árbol observo al muchacho, parecía un buen chico Pedro Ramírez, una pena.

Salió de su escondite, sujetando la katana con firmeza. El joven se puso en pie al ver la figura de negro que apareció de la nada, no tuvo tiempo de reaccionar un silbido cortó el aire al tiempo que su cabeza rodaba por el suelo alejándose del cuerpo que caía desplomado sobre el banco. Un tajo limpio. Sacó tres extraños naipes de su traje y los depositó sobre el cuerpo.

Carlos Ramírez, estallaría por los aires esa noche, antes sabría lo que es perder un hijo. Más tarde el fallecimiento de Tsukino. Que indigno para él morir envenenado mediante paquete postal.
Sonrió caminando hacia casa. Eiji era el rostro pero, era ella el corazón de la yakuza.


© María Dolores Moreno Herrera.

viernes, 26 de agosto de 2016

HOY TENGO GANAS DE TI

(Imagen de la red)


Déjame, cual amazona salvaje cabalgar sobre la montura de tu lujuria, agarrándome firmemente sobre las riendas de la pasión desbordada galopar sobre tu piel ardiente.

Que tú aliento agitado sea la brisa que mueva mi pelo; y el viento me traiga los gemidos ahogados que  te surjan de la garganta, mientras tus manos, con avaricia y sin medida recorren cada centímetro de mi ser.

Quémate bajo el húmedo calor que emana de mi, empapados de locura ardamos en un infierno de convulsiones. Lléname con tu plenitud, hasta que nuestros corazones dejen de latir; y entre espasmos de éxtasis estallen en mil pedazos, para subirnos a la gloria.

Tómame con todo, boca, manos, cuerpo y alma. Arrásame como un huracán,  hasta dejarme yaciendo agotada, vacía. Luego vete. 

Hoy tengo tantas ganas de ti, que puedo morir de anhelo.
Mañana, si acaso volvemos a encontrarnos, tal vez nos escribamos poesías.

© María Dolores Moreno Herrera.

miércoles, 24 de agosto de 2016

FUERA DE JUEGO

(Imagen de la red)

Dejé de soñar con doce años. Padre, portero de una hacienda, se encargó de ello. Era ludópata y su afición al póker se llevó los ahorros, su reloj, las alianzas, la cadena de oro de mi comunión, los pendientes de la abuela. Hasta mi posibilidad de estudiar, quedó sobre alguna mesa.

Madre dejó de oler a lilas para hacerlo a lejía y jabón de escamas; trabajaba a destajo en casas de los señoritos. El sueldo de conserje era humo y los pocos duros del esfuerzo de mamá ni rozaban sus estropeadas manos.
“Dios proveerá” respondía ella a mis silenciosas preguntas.

Un sábado alguien golpeó la puerta de nuestro destartalado hogar. Un señor bien vestido tomaba bocanadas de aire tratando de recuperar el aliento tras subir hasta la azotea, ocho pisos sin ascensor. Venía a cobrar una apuesta, el premio, la mujer que me sujetaba  la mano.
Tal vez el  asco por la miseria que tenía ante sus ojos o, la pena por aquel saco de huesos que debía llevarse a la cama, le conmovieron. Sacó un billete de su abultada cartera, me lo dio. Inmóvil en el umbral, con el dinero en la mano,  lo vi desaparecer. Mamá se encerró en lágrimas y vergüenza. Me ordenó callar.

La semilla del odio se instaló en mí poseyéndome por completo. Aquella tarde que encontré a papá sobre la repisa de la terraza arreglando un tendedero, supe que era el día de recolectar el fruto que me corroía. Me acerqué y le empujé con todas mis fuerzas. No tuvo ni una oportunidad. Su precaria posición le hizo bracear queriendo asirse a la nada. Oí sonriendo, el alarido de terror perderse en el vacío.
Un desgraciado accidente.

Marchamos llevándonos nuestro secreto, mamá sabía. Yo había puesto al bastardo fuera de juego.


©María Dolores Moreno Herrera.



domingo, 21 de agosto de 2016

EL DOLOR GRABADO



Un suspiro es todo lo que se necesita para que el mundo cambie para siempre, un parpadeo y todo se convierte en nada. Vero lo aprendió en una comarcal cierta tarde de verano. Atrapada en un  amasijo de hierros, el amor yaciendo a su lado con el cuello partido, un bebé nonato resbalando entre sus muslos y el sonido de sirenas cada vez más cerca antes de que llegara la oscuridad, unas tinieblas de las que no logrará escapar. 

Luego las mentiras, “todo irá bien”, cuando lo que más ansiaba era un imposible. Jamás podría ser madre.

Abandonó el hospital y los psicólogos que le recomendaron. Hay heridas que nadie puede curar. Esa misma tarde se tatuó una amapola en el reverso de la muñeca por su marido, otra junto al corazón por el hijo que nunca tendría y desoyendo consejos y protestas regresó a su hogar

 Ha pasado más de un año y ahí está, en esa cárcel de recuerdos que la asfixian y la liberan, conviviendo con una soledad que la ahoga al tiempo que le aporta el aire que necesita. En su sagrado santuario donde los devaneos entre la fantasía y la realidad no tienen fronteras. Así va pasando las jornadas, las semanas…, hablando sola con sus fantasmas, paseando entre esas paredes que atesoran el aroma del amor perdido, el sonido callado de un sonajero olvidado en algún cajón…
A veces contempla con la mirada extraviada a una mujer en el espejo, con los dedos alisa el pelo desgreñado mientras una arruga se dibuja en el entrecejo, jirones de cordura se abren en su mente recordando lo que una vez tuvo lo que una vez fue, pero el dolor la insta a abrir las alas y alzar el vuelo hasta instalarse nuevamente en la locura.




©María Dolores Moreno Herrera

sábado, 20 de agosto de 2016

TERCER DÍA: RETO TRES DÍAS, TRES CITAS

Para finalizar este reto al cual me nominó Sue, elegí un libro corto, que unos consideran de culto, una obra maestra, otros no tanto y hay incluso quienes la consideran un asco. Lo cierto es que desde su publicación no ha dejado ni de vender ejemplares ni de crear controversia. Que ha servido de inspiración a numerosos grupos musicales u otros artistas y sobre todo siempre será asociado a algunos asesinos de personajes célebres.  Me estoy refiriendo a:

“El guardián entre el centeno” de J.D.Salinger.



Como os dije es corto, escrito en primera persona y cuyo protagonista Holden Caulfield  un chico de 16 años de familia bien, que carga a cuestas un nuevo fracaso escolar, abandona el colegio de donde es expulsado unos días antes y deambula por las calles neoyorquinas. A través de sus ojos y  con un lenguaje abierto sin tapujos, como si estuviese hablando con un amigo, va describiendo la hipocresía de la sociedad, la rebeldía de un adolescente que desea beber, que las mujeres se fijen en él, fuma, dice tacos, critica, llega a ser deprimente e incluso sarcástico. Para él todo el mundo es falso excepto los niños que aún no han perdido esa patina de inocencia.  En fin, es todo lo que se podría llamar un rebelde sin causa, pero también es un joven inteligente acomplejado y marcado por ciertas cosas que han ocurrido en su vida y que casi nadie sabe ver.

Decir que cuando me leí la novela la primera vez, tendría unos diecisiete o dieciocho años me encantó e incluso me identifiqué con Houlden, era mi época de descubrir el mundo o mejor dicho de caminar entre dos mundos, de rebelarme contra todo lo que podía solo por que sí. Después lo he vuelto a releer varias veces, y aunque me sigue gustando reconozco que tanta coletilla puede hastiar, pero aún así estoy segura que lo volveré a releer pronto, es de esos pocos libros que cada poco saco y les dedico mi tiempo,  por que para mi no sea una obra de culto (para gustos los colores) si diré que me parece muy buena.

(The catcher in the rye by Mercurio)


“La vida es una partida y hay que vivirla según las reglas del juego.”

“Si haces algo bien, o te andas con cuidado o pronto querrás empezar a lucirte y entonces ya no eres tan bueno.”

“No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo por que se ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo.”


Hasta aquí mi reto, espero que les haya gustado mi elección.



©María Dolores Moreno Herrera. 

miércoles, 17 de agosto de 2016

SEGUNDO DÍA: RETO TRES DÍAS, TRES CITAS.

Regreso con el reto que me propuso Sue. En este segundo día lo dedicaré a un autor de mi tierra, quizá algunos lo hayáis leído u otros lo conozcáis por la serie Víctor Ros que se emitió en TV, aunque  no hablaré de ninguno de los libros que ha escrito del subinspector de policía.

(Portada del libro)


Me estoy refiriendo a Jerónimo Trístante (un escritor que particularmente me encanta) y el libro en cuestión es 1969.
En esta obra, el autor sitúa al lector en Murcia, en la época franquista y en el día a día de esta región a mediados del siglo XX. El protagonista es Julio Alsina, un policía decadente, aficionado al Licor 43, desde que su mujer lo abandonara por un compañero, hastiado de todo y todos y que se come las guardias que ningún otro quiere hacer. Por eso no es insólito que la Nochebuena del 68, cuando una joven se lanza desde la torre de la Catedral el caso caiga en sus manos.
¿Suicidio?...Algo hará ver más allá al deprimente Alsina para tirar de un hilo que le llevará hasta una serie de descubrimientos, entre ellos conocer a Rosa, una solterona de la sección femenina que despertará sentimientos que creía ahogados para siempre, otros bastante más cruentos.

(Torre de la Catedral de Murcia)


Para mí una estupenda novela de misterio, bien documentada,  narrada con una prosa clara y directa,  que engancha y te mantiene en vilo,  con unos personajes a los que les llegas a tomar cariño y con un final sorprendente. Además esto ya  es algo personal, por supuesto,  cuenta con el aliciente de que al desarrollarse la novela en Murcia, me siento un personaje más,  pues cada lugar me resulta conocido.



“Sólo los imbéciles no tienen miedo, en efecto, los imbéciles, los tontos, los idiotas. Él siempre había pensando que los héroes no eran más que unos pobres descerebrados, gente sin sustancia, unos tipos incapaces de medir los riesgos a los que se enfrentaban. Por eso actuaban así por memos.”

“Los inteligentes son cobardes por definición, miden las consecuencias de sus actos y, sobre todo piensan.”

“Caminaban de la mano por las Ramblas, como si fueran novios, pues nadie los conocía allí y podían comportarse como si sus vidas fueran realmente suyas.”

Hasta aquí por hoy, espero que os haya gustado.

(Catedral de Murcia, vista nocturna)




©María Dolores Moreno Herrera.

sábado, 13 de agosto de 2016

RETO TRES DÍAS, TRES CITAS.

He sido nominada a este reto por Sue- del blog http://loquesueescribe.blogspot.com.es  a la cual descubrí no hace mucho pero que merece mucho la pena leer, os recomiendo que  paséis por su blog os sorprenderá para bien. 

Bueno, el título explica perfectamente el funcionamiento del reto, aunque los días no han de ser consecutivos. 
Parece sencillo aunque tengo que reconocer que con la cantidad de libros que he leído no es fácil decantarse por uno solo, aunque esta vez si que tengo clara mi decisión. 

Os dejo mi poema favorito, pertenece al libro "Poemas de Amor" de Antonio Gala, en el apartado Sonetos de la Zubia el número 35.  Hay quien ve odio y venganza. Por mi parte, veo un amor tan profundo que sólo la dejadez ha gastado. 

Espero que les guste y lo disfruten tanto como lo hago yo cada vez que lo releo.


Por mi parte he de nominar a tres personas, no es obligatorio aceptar. Solo nominaré esta vez, pero si alguien se anima a hacerlo que no lo dude en decírmelo o en hacerlo. 
Mis nominados son: 

Artza Bastard del blog http://artzaursus.blogspot.com.es/

miércoles, 10 de agosto de 2016

RENACER



(Imagen de la red)

Morí. Cual hoja seca de otoño caída del árbol, arrastrada por el viento. Dejándome llevar por miserias propias y ajenas,  encerrada en una corriente que me vapuleaba de un lado a otro sin rumbo cierto, hasta quedar posada de cualquier manera, en cualquier parte, pisoteada por mí misma y enterrada en el lodo de dimes y diretes; o lo que todavía era peor, de autocompasión.

Ahí tirada, convertida en poco más que un despojo, escuché las burlas de mis triunfantes demonios. ¿Dónde estaba aquella persona fuerte que se echaba el mundo a la espalda pudiendo con todo aún sin poder con nada? ¿Dónde quedó la mujer que volaba sin alas, la que vivía a su manera, a la que enseñaron que la verdadera libertad está en ser uno mismo más allá de lo que opinen los demás? ¿Quizá se perdió para siempre?

Miré en derredor inútilmente, rebusqué entre las palmas sucias, vacías  y volví a posar la cabeza en el barro impotente. Lloré, mientras ellos continuaban su chirriante diatriba de preguntas sin respuestas.
Entre sollozos y desde lo más profundo de mi ser emanó una voz estridente maldiciendo mi cobardía, echándome en cara mi culpa, era merecedora del castigo que recibía pues bajé los brazos, me dejé esclavizar, simplemente me había rendido sin mover un dedo por evitarlo. 

Para mi vergüenza supe que tenía razón. No podía, ni debía culpar a nadie de mi derrota, me dejé quebrar como el cristal, pero; ¿qué podía hacer?

—Busca en tu interior, recuerda lo aprendido y encontrarás las respuestas.

“Educación, respeto, agradecimiento, generosidad, lucha, camina hacia delante, no mueres hasta que dejas de respirar aunque sientas que te abandone la vida…” se repetían constantemente.

Eso era, agonizaba pero no estaba muerta solo tenía que luchar, eso sabía hacerlo, sé hacerlo. Así que, era hora de romper la cadena que arrastraba y liberarme. Sacudirme la capa de cenizas que me envolvía, cual ave fénix renacer.


Hoy vuelvo guiando mis pasos hacia el este, dejando que el sol del  nuevo amanecer bañe mi cara y su fuego purificador sane mi alma cada día.

Aquí estoy, sin juicios ni perjuicios, sin típicos o tópicos. No permito que me impongan que vestir, que comer, como hablar. Yo decido que es o no correcto. Me es indiferente color, religión, nacionalidad…, después de todo la sangre es roja en todas partes.
Me da igual que me juzguen aquellos que nunca caminaron con mis zapatos, los que me señalan con el dedo sin darse cuenta que otros tres apuntan directamente a ellos.
No me importa que hablen a mis espaldas, estoy ocupada en ser la protagonista de mi vida.
Quién esté libre de pecado me lance la primera piedra.

Caeré en todas las tentaciones tantas veces como me apetezca; tropezaré con la misma piedra, no seré perfecta, me sentiré orgullosa de mis virtudes y sobre todo de mis defectos, eso me hace humana. Unas veces seré ángel, otras demonio. No me esconderé  bajo ninguna máscara de alma bondadosa armada con afilados puñales.

Nadie está obligado a seguirme en mi caminar mas, si decides acompañarme no pidas confianza y respeto, gánalos y tendrás mi lealtad eterna.

Perderé mi tiempo con aquel que lo merezca. Ofrezco la mano de manera franca, miraré a los ojos cuando te hable y no dudaré en pedir perdón si creo que he errado u ofendido. No obtendrás adulaciones gratuitas, si digo que te admiro así será.

Soy parca en sentimientos, cuando quiero lo hago con intensidad; pero no sé odiar, así que voy directamente a la indiferencia.


  Si me traicionas apenas verás mi espalda, desaparezco sin más explicaciones.  Si no sabes dominar dragones no despiertes a los míos, pues ni perdono ni olvido.  

Caeré, me levantaré, moriré y resurgiré hasta el último hálito. Sé que el sendero será sinuoso, con cuestas y altibajos, unas veces correré, otras iré de rodillas e incluso tendré que reptar entre espinos sorteando decepciones y obstáculos, aún no me detendré.

El día que Átropos corte la hebra y Azrael venga a buscar mí alma para entregarla al Príncipe de la Tinieblas, encontrará el cuerpo de alguien que ha vivido. Y entre las llamas del infierno seguiré sonriendo, luchando, amando, bailando, porque solo yo pondré los límites.


©María Dolores Moreno Herrera.