domingo, 5 de mayo de 2019

MADRE

Para esa mujer que me dio tanto sin exigir nada. Hace dos meses que me dejó, pero siempre habitará en mi corazón. Bella.

(Imagen de la red)



MADRE
 
Eres la guía de mis pasos, la del amor incondicional, espejo donde mirarme.

Portadora de besos milagrosos que curan las más terribles heridas, el hada que despliega sus alas protectoras y la fiera que muestra sus colmillos para defenderme del mundo. La de juegos agotadores y noches en vela. La del ceño fruncido por las travesuras y el pecho henchido de orgullo por mis éxitos. La que siempre tiene una caricia y una sonrisa, aunque tu corazón sangre de pena.
(Imagen de la red)

Mano a la que agarrarme, regazo que cobija y hombro sobre el que llorar.
La del sacrificio absoluto y la generosidad desmedida.
Eres maestra, doctora, bruja, maga, amiga, luchadora infatigable… Fuente inagotable de cariño, la que alimenta sueños y mitiga fracasos.
Y sé que por rápido que corra, por alto que vuele, por bajo que caiga, con el rostro sereno mantienes los brazos abiertos para acogerme y envolverme en un abrazo tierno y honesto, que solo es capaz de dar quien ama a alguien más que así mismo.
Tú mujer hermosa de apariencia y, sobre todo, la poseedora de la más importante de las lindezas, de esa que jamás se debilita o muere, la belleza del corazón.
Tú, madre preciosa eres el hogar cálido al que regresar.


© María Dolores Moreno.
 

viernes, 29 de marzo de 2019

QUISE


(Imagen de la red)

Hoy que nadie nos oye te contaré un secreto, te abriré mi alma permitiendo que veas  a través de ella solo por una vez, luego la cerraré y tiraré la llave al mar donde nadie, ni siquiera yo, la pueda encontrar.

Quise decirte que quería un mundo mágico solo para nosotros dos. Ser la melodía que te alegrara el atardecer, un trago de vino que te endulzara el paladar y quemará la garganta.

El agua que resbalaba cada mañana por el cuerpo y el jabón que perfumaba la piel. El viento que te besaba el rostro y se colaba por el cuello de la camisa para hacerte sentir escalofríos.

Quise convertirme en las sábanas que a la noche te envolvían con tibieza para acariciar cada rincón de tu ser. La Luna que guardaba tus sueños y el Sol de tus días fríos.

Una solitaria gota de sangre recorriendo por las venas o uno solo de los latidos de tú corazón. Un pensamiento perdido, un segundo del día,  una imagen borrosa, un recuerdo entre la niebla…

Quise contarte tantas cosas pero callé,  mereces algo más que efímeros deseos, y quizá, haya quien lo llamé cobardía. 
Yo,  yo, lo llamo simplemente amor.

Aunque mi destierro es el olvido, gustosa arrastro las cadenas de mi condena, por que si algo quise, si algo quiero, es que seas feliz.



©María Dolores Moreno Herrera.