domingo, 5 de mayo de 2019

MADRE

Para esa mujer que me dio tanto sin exigir nada. Hace dos meses que me dejó, pero siempre habitará en mi corazón. Bella.

(Imagen de la red)



MADRE
 
Eres la guía de mis pasos, la del amor incondicional, espejo donde mirarme.

Portadora de besos milagrosos que curan las más terribles heridas, el hada que despliega sus alas protectoras y la fiera que muestra sus colmillos para defenderme del mundo. La de juegos agotadores y noches en vela. La del ceño fruncido por las travesuras y el pecho henchido de orgullo por mis éxitos. La que siempre tiene una caricia y una sonrisa, aunque tu corazón sangre de pena.
(Imagen de la red)

Mano a la que agarrarme, regazo que cobija y hombro sobre el que llorar.
La del sacrificio absoluto y la generosidad desmedida.
Eres maestra, doctora, bruja, maga, amiga, luchadora infatigable… Fuente inagotable de cariño, la que alimenta sueños y mitiga fracasos.
Y sé que por rápido que corra, por alto que vuele, por bajo que caiga, con el rostro sereno mantienes los brazos abiertos para acogerme y envolverme en un abrazo tierno y honesto, que solo es capaz de dar quien ama a alguien más que así mismo.
Tú mujer hermosa de apariencia y, sobre todo, la poseedora de la más importante de las lindezas, de esa que jamás se debilita o muere, la belleza del corazón.
Tú, madre preciosa eres el hogar cálido al que regresar.


© María Dolores Moreno.