No soy, ni he sido nunca enamoradiza, puede que tal vez ni
romántica ya que jamás creí en los príncipes azules sé que destiñen al primer
lavado, ni en los caballeros andantes de brillante armadura, es tan cansado eso
de andar sacándole brillo cada dos por tres para que esté siempre reluciente,
ufff..., que pereza. Lo que me crió fama de exigente, de remilgada…, más los
consabidos “te vas a quedar para vestir santos”, “solterona” o el “se te va a
pasar el arroz”.
Cosas que a mi sinceramente me la traían al pairo, no iba a
tener una pareja por que mis amigas la tuvieran, por tradición o por que me
sintiera obligada a ello para acallar las burlas de unos cuantos. Si mi media
naranja estaba por ahí la encontraría y
si no pues oye mejor sola que compartiendo la vida con un medio limón.
Y realmente no es que pidiera nada del otro mundo, me daba
igual el físico, no soy materialista así que el dinero no era un problema,
simplemente quería algo que fuera especial, no sabía que exactamente sólo que
cuando lo viera lo reconocería.
Fue una tarde en el parque, principios de otoño, estaba
sentada en un banco leyendo embelesada cuando una voz grave me preguntó si se
podía sentar, alcé la vista un segundo para afirmar y ahí estaba él, un tipo normal
tanto que podía pasar inadvertido para cualquiera excepto para mí, parpadeé
sorprendida por que aquel desconocido tenía lo que siempre busqué en un hombre.
Marqué la página del libro y comenzamos a hablar, fue un rato agradable.
Quedamos para la tarde siguiente, y luego la otra…
No necesitaba
conquistarme con manidas palabras de amor, matar flores para demostrarme su
cariño, sólo fijar la vista en mí, sonreírme con la mirada y regalarme las
estrellas que brillaban en el fondo de sus iris.
Con el paso de los años, algunas de quienes se burlaron
vieron como los príncipes se convirtieron en sapos, los caballeros no eran
más que canallas, las palabras se las llevó el viento, las flores murieron
olvidadas en un jarrón y yo sigo teniendo una sonriente mirada y unos ojos
llenos de titilantes estrellas que me templan el corazón.
©María Dolores Moreno
Herrera.
Es difícil no seguir la corriente, hay que tener personalidad y las cosas muy claras, arriesgarse a que se cumplan los peores vaticinios, pero al final merece la pena ser uno mismo.
ResponderEliminarMuy bonito
Un beso
Siempre merece la pena ser uno mismo con todas las consecuencias. Me alegra que te haya gustado. Un beso.
EliminarQué quieres que te diga. El amor no entra por los ojos, entra por el corazón, lo sientes, lo respiras y ¡Ya está!
ResponderEliminarLos tipos perfectos y las mujeres esculturales hacen agua en cuanto pasa el tiempo necesario para que ocurra.
Lo auténtico permanece para siempre. esas miradas, esos diálogos, esos detalles.
Alguien dijo una vez: "Cuidado con los que escriben bien, pues te enamoraran con sus letras sin siquiera tocarte"
Me enamoraste con este relato.
Abrazo Mariola
Muchas gracias por tus palabras, aunque no lo creas significan mucho viniendo de quien vienen y con el reconocimiento que tienes. Un abrazo y un placer tenerte por aquí.
EliminarEn un mundo lleno de esquemas, son duros de romper y cuando te das cuenta que hay algo más importante descubres los secretos del verdadero amor.
ResponderEliminarSaludos.
El amor verdadero es muy difícil de conseguir y a veces lo confundimos con otras cosas. Muchas gracias, besos enormes.
EliminarEs que con esos ojos que me has puesto..... a ver quién no cae rendida. Gracias por lo de la caña de España, ja ja ja. Un abrazoooo.
ResponderEliminarJajaja, es que eres la caña de España. Besazo grande.
EliminarMe ha encantado la frase del limón, es cierto que es mejor vivir satisfecho con uno mismo en "soledad" que amargado por compartir tu vida con alguien que no está hecho para ti.
ResponderEliminarUn relato genial, Mariola, felicidades.
Mil besos
Yo soy de la misma opinión mejor solo que aguantando lo que no quieres. Me alegro que te haya gustado. Un beso enorme.
EliminarCuanta razón Mariola más vale ver las estrellas en sus ojos que todo lo demás.
ResponderEliminarEso sí, unos iris como los de la foto te venden simples satélites por estrellas a la que te descuides.
Jajaja, me hizo gracia lo de lo satélites ya te diré el nombre para que veas los planetas y el sistema solar. Pero cierto ver el amor brillar en los ojos del ser amado es otra cosa. Un besazo.
EliminarBueno es que el paradigma de los principes azules y los caballeros andantes es algo que nos han metido por los ojos y el amor no entiende de eso. Llega y llega ejejej
ResponderEliminarBesotessssssssssss
Es que Disney ha hecho mucho mal con tanto príncipe jajajaja, como bien dices el amor no entiende de nada llega y punto. Gracias por pasarte. Un besazo.
Eliminar"yo sigo teniendo una sonriente mirada y unos ojos llenos de titilantes estrellas que me templan el corazón."
ResponderEliminarEntre eso y el de la portada... ¡¡¡Quiero enamorarme!!! jajaja
No hay que seguir las costumbres, una se tiene que guiar por lo que siente, no por lo que te dicten que tienes que hacer.
El limón está rico, pero en rodaja con la Pepsi para luego morderlo cuando te has bebido el burbujeante líquido jajaja.
Jajajaja me hiciste reír, ya te enviaré foto sin retoques. Ya sabes que a mi el limón como buena murciana me encanta en todo jajaja. Gracias por estar aquí, no tienes ni idea la ilusión que me hace volver a verte conectada, sabes que nada es igual sin mi hermana del alma. Achuchones.
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