domingo, 2 de agosto de 2020

PRIMER AMOR





El primer amor es como la viruela, deja huellas imborrables. 


Con el paso de los años los amores cambian pero, jamás olvidas aquel que fue el primero.

Le conocí un día de verano como otro cualquiera, o tal vez era diferente ya que me cambiaría la vida. Yo, era muy niña la primera vez que lo vi.
Desde el mismo instante que mis ojos se posaron en él, mi corazón comenzó a latir desbocado, mi estomago se llenó de mariposas…, cosa que no entendía, pero que con el paso del tiempo, cuando ya eres adolescente o adulta reconoces como señales inequívocas de enamoramiento.

Él era hermoso, lo más bonito que jamás hubiese visto nunca y conforme lo conocía más me gustaba, tanto en su apariencia como en su interior, era perfecto.

En mi acaloramiento, y no solo por las altas temperaturas del estío, creé mi mundo a su alrededor. No prestaba atención a nada, ni padres, ni primos, ni amigos. No perdía un momento para estar a su lado, cualquier minuto, cualquier segundo era suyo. No me importaban juegos, playa o piscina sino estaba conmigo.

Fue mi acompañante en las largas tardes de agosto, durante las eternas siestas y el héroe de mis sueños en aquellas noches soporíferas. Él hizo inolvidable aquel verano.

Cierto, que no ha sido el único, mis gustos han ido cambiando conforme crecía y han habido otros muchos, cientos. Sí, lo sé soy una promiscua pero que le voy a hacer, no me arrepiento de nada. Y como señalé antes, he variado muchas veces en cuanto a gustos, adoré a casi todos.

A pesar de haber disfrutado de otros amoríos, otras pieles entre mis manos, jamás cambiaron mis sentimientos por él, sigo sintiendo mariposas en el estomago cuando lo veo y me pican los dedos por tocarlo. Él fue el primero, el que me enseñó, me enamoró, me abrió los ojos hacia un maravilloso mundo. Sí, aún lo amo.

Edmond Dantes, Conde de Montecristo mi primer y gran amor, el que me cautivó en el bello “vicio” de leer y suyo será mi corazón por siempre.