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(Imagen de la red) |
MADRE
Eres la guía de mis pasos, la del amor incondicional,
espejo donde mirarme.
Portadora de besos milagrosos que curan las más
terribles heridas, el hada que despliega sus alas protectoras y la fiera que
muestra sus colmillos para defenderme del mundo. La de juegos agotadores y
noches en vela. La del ceño fruncido por las travesuras y el pecho henchido de
orgullo por mis éxitos. La que siempre tiene una caricia y una sonrisa, aunque
tu corazón sangre de pena.
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(Imagen de la red) |
Mano a la que agarrarme, regazo que cobija y hombro
sobre el que llorar.
La del sacrificio absoluto y la generosidad desmedida.
Eres maestra, doctora, bruja, maga, amiga, luchadora
infatigable… Fuente inagotable de cariño, la que alimenta sueños y mitiga
fracasos.
Y sé que por rápido que corra, por alto que vuele, por
bajo que caiga, con el rostro sereno mantienes los brazos abiertos para
acogerme y envolverme en un abrazo tierno y honesto, que solo es capaz de dar
quien ama a alguien más que así mismo.
Tú mujer hermosa de apariencia y, sobre todo, la
poseedora de la más importante de las lindezas, de esa que jamás se debilita o
muere, la belleza del corazón.
Tú, madre preciosa eres el hogar cálido al que
regresar.
© María Dolores
Moreno.