sábado, 16 de abril de 2016

MAQUILLAR LA VIDA

(Imagen de la red)

8:00 A.m.

El sonido del despertador retumba en el cuarto dando la bienvenida a una nueva jornada, alarga el brazo y lo apaga aunque hace rato que está despierta.

Hoy la serpiente ha sido madrugadora,  lleva más de media hora tumbada boca arriba mirando el techo, sin hacer ruido para no molestar a los que descansan en el resto de la casa, pensando en ellos mientras la siente reptando desde el cuello por los omoplatos para girar nuevamente hacia la columna.

Se levanta toma una de las pastillas marrones y con un poco de agua la traga sin pensar, va al baño y observa la imagen que le devuelve el espejo. No ha pasado tanto desde que le detectaron la enfermedad y sin embargo apenas si reconoce a la mujer que le devuelve la superficie pulida. Y es sólo el principio. Abre el grifo y se lava la cara fruición, como si la gélidez del líquido elemento pudiera borrar los oscuros círculos que se dibujan bajo los ojos, o devolver el brillo a los iris pardos… ¡Qué estupidez!

Retorna al cuarto, hace la cama y se viste, vaqueros, camiseta, al menos ha vuelto al peso de antes, es una locura eso de estar subiendo y bajando de kilos cada dos por tres, toma las botas y echa un vistazo de reojo donde antes guardaba los zapatos de tacón que tuvo que regalar, nunca más volvería poder llevarlos. Aguanta un gemido de dolor cuando la bicha comienza a descender y enroscarse en las vértebras.   

Agarra el neceser del maquillaje,  antes de regresar al lavabo pasa por la cocina, ya hay actividad en el hogar que se va llenando con el aroma de café recién hecho. Suspira, aún le queda más de media hora para poder comer algo.

—Buenos días —saluda a los que comienzan a desayunar dándoles la espalda rogando que su estomago no ruja, mientras engulle dos píldoras esta vez blancas y rojas.

De vuelta en el aseo, comienza el ritual de cada mañana, base que amortigüe la palidez, corrector para apagar las ojeras, un poco de sombra para iluminar la mirada, nada de Kohl, a veces las lágrimas juegan malas pasadas y por ultimo con un tenue carmín rosado pintar los labios.

Un suave cepillado al pelo ahora bajo las orejas, decidió cortarse la melena cuando uno de los medicamentos le hacía perder cabello.  

Regresa a su habitación, deja todo en su sitio, mira el reloj hora de ir a trabajar. Una última ojeada al lecho le hace casi llorar, sería tan fácil rendirse, cobijarse bajo las sábanas y dejar que el tiempo pase. Sacude la cabeza quitándose esas idioteces de la cabeza, toma su chaqueta y su bolso. Unas gotas de agua de rosas para perfumar la tristeza que la embarga, un aroma que siempre le sube la moral.

—Me marcho, que no llego —grita desde la puerta. —Nos vemos a la hora de comer.
—Lleva cuidado y no olvides traer el pan —es la respuesta diaria de su madre que siempre le hace sonreír.

Sale a la calle con decisión, pisando fuerte, se gira levanta la mano y saluda a su progenitora que sale a despedirla desde la ventana, una ultima sonrisa.

Al doblar la esquina, el paso se torna cansino y en un rato aunque las medicinas mitiguen un tanto el dolor que sacudirá su cuerpo acabará por arrastrar los pies, sus articulaciones crujirán como ramas rotas cada dos por tres, los dedos de sus manos se contraerán de vez en cuando sintiendo como si una descarga eléctrica recorriera su ser. 

Más tarde el monstruo volverá a despertar, constriñendo, haciéndole sentir como si un clavo atravesara su espalda de abajo a arriba sin descanso y,  habrá que alimentarla con nuevos calmantes, entonces vendrán las nauseas, el agotamiento físico y mental e incluso la desesperación, el mal humor...

Las lágrimas empaparan cada noche las sábanas de su cama por que es capaz de soportar el daño que le corroe cada rincón del alma pero,  no el de la impotencia ni el del sufrimiento en los ojos de quien la ama, aunque su sonrisa pintada de brillo de labios se dibujará constantemente para esa mujer que cada día sale a despedirla por la ventana. 


Y cada día continuará peleando una batalla que aunque crea que sí nunca logra ganar, porque puede que siga teniendo alegría, que no permita que le arrebaten las ansias de vivir, que a su manera vaya maquillando la vida, regalando sonrisas…mas la bestia está ahí, asida para siempre a ella, robándole cada día un poco de algo, silenciosa, paciente, sabiendo que la guerra es suya.


© María Dolores Moreno Herrera.

14 comentarios:

  1. Hola, Mariola... Un relato muy duro y quizás es tan duro porque, desgraciadamente, puede ser muy real
    La protagonista de tu relato es una mujer muy valiente y que refleja muy bien lo que puede sentir una persona enferma
    Hay momentos que entiendo que quiera rendirse pero debe luchar... porque se puede vencer
    También he visto muy bien reflejada la tristeza por las personas que te quieren... quiero decir que no puede ser sencillo decirle a alguien que te quiere que estás enferma
    Y es de valientes pintar sonrisas... como la protagonista de tu relato las pinta para su madre
    Y los valientes suelen ganar batallas y guerras
    Besos

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    1. Ciertamente a veces es más duro ver a las personas que están alrededor de las personas enfermas sufrir. Pero sí tienes razón los valientes ganan aunque a veces no se den cuenta de ello.
      Un beso enorme y gracias por pasarte.

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  2. Si no supiera de que hablas y quien es la protagonista de tu relato, te diría: Es un buen escrito lleno de sentimiento, donde se refleja el afán de superación del dolor cotidiano.
    Que dura la vida cuando nada parece acompañar ni motivar. Una zozobra, un vapuleo continuo donde seguir para adelante se vuelve un reto y un logro.
    Créelo, pintar sonrisas a pesar de todo para las personas a las que amas no es disfrazarse ni disimular. Es querer mitigar la desazón y la impotencia de los que te aprecian, es añadir un motivo para poder seguir siendo feliz a pesar de y contra corriente de todo.
    Como me agrada ser parte de tu historia.
    Besos

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    1. La vida es dura para unos más que para otros pero siempre siempre, aunque a veces cueste muchísimo, se encuentra el motivo para seguir luchando un poco más.
      Gracias, y para mi es un honor que formes parte de mi historia y de alguna manera ser parte de la tuya.
      Besos enormes hechicero.

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  3. Tus letras nos muestran de cerca una realidad que puede pasarle a cualquiera sin importar el lugar del mundo donde se encuentren, pero enfocas esta historia de una manera diferente. No del lado de la tristeza que desemboca a la pena y te invita a la compasión. Más bien tus renglones son un himno a la vida, suenan a valentía, coraje, determinación. Nos habla de una leona de muerte herida, pero que no claudica ante el dolor, no se acobarda ante los síntomas, no se achica ante los efectos del tratamiento, ni a los achaques de su propio cuerpo. Sus prominentes ojeras, sus pómulos marcados, su semblante quebrado, son las heridas de guerra de esta hermosa gladiadora que usa el maquillaje como pintura de guerra y así enfrentar como un David a ese gigante Goliat que es su enfermedad.
    Sin lugar a dudas, personas como ella, son un ejemplo para cualquiera, orgullo de sus familias y satisfacción para la humanidad. Tienen un corazón más grande que cualquier adversidad.
    Gracias por crear este difícil y hermoso relato, porque su contexto golpea la sensibilidad del lector, pero a la vez es muy motivador por ese temple que pinta la personalidad de la protagonista.
    ¡Excelente!

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    1. Cierto cualquiera puede tener un revés y tocarle algo que no espera pero aunque entiendo que al principio las cosas puedan hundirte, hay que salir a flote, tomar la vida por los cuernos y plantar cara a la adversidad, por los que te rodean, por ti mismo. Y te aseguro que esa gladiadora como tu la defines, acabará muchas veces con sus huesos en la arena, pero no dejará de luchar. Ella siempre dice que más vale morir de pie que vivir de rodillas.
      Como siempre agradezco tus enormes palabras que me abruman y a la vez me enorgullecen, animándome a seguir con esta afición mía que es la escritura.
      Un saludo.

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  4. Es muy duro vivir con un dolor crónico. Genial relato muy humano te mando un abrazo

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    1. La vida pone trampas a cada paso, pero hay que mirar adelante y ser agradecida, muchas personas tienen problemas y enfermedades peores. Un beso enorme mi linda mariposa. Te me cuidas. TQM.

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  5. ¿Qué sería de la vida si la mayoría de la veces no la maquillamos? Hay que echarle valor y ..... otras cosas, ja ja ja. Un abrazoooo.

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    1. Tu siempre arrancando sonrisas, pues maquillemosla y que nunca nos falte una razón para reír. Un abrazo enorme.

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  6. Las serpientes ser hermosas, pero en la distancia, no enrollándose en una hasta sentir que te estrangula haciéndote crujir los huesos. Hay que ser una valiente como tu protagonista. coger aire, enderezar la corva espalda y con constancia desprender al gran reptil.
    Quizá sea el vencedor, pero si existió la Guerra de los Cien Años, ella le presentará batalla con la misma intensidad porque no está sola, tiene esa espléndida madre y gente a su alrededor que la quiere con locura, de eso no me cabe duda, ya que alguien así no se merece menos.
    Gran y emotivo relato, Mariola.
    Te adoro, primi. Un beso grande

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    1. Jajaja, no creo que mi protagonista viva Cien años, o sí bicho malo..., pero te aseguro que luchará. Y sí tienes razón tiene mucha gente que la quiere, la anima y la empuja, alguna demasiado fuerte a veces que casi la estampa, pero de buena fe.
      Gracias por tu comentario lleno de cariño y ya sabes que la adoración es mutua primica jajaja.
      Besos enormes y achuchones para que te lleguen.

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  7. Un relato magnífico, Mariola. Qué metáfora más expresiva la del terrible dolor convertido en serpiente que recorre su cuerpo. Tu protagonista es una luchadora valiente y animosa, aunque también terriblemente humana... ¡Me ha encantado! :))

    Un beso grande de martes.

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    1. Gracias Julia, me alegra que te haya gustado y mi protagonista te agradece profundamente tus palabras.
      Un abrazo y un beso enorme.

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