jueves, 17 de noviembre de 2016

COMO TE VEO YO (ACRÓSTICO)

Tenemos nuestra propia opinión sobre cada mes del año pero, ¿qué pensarían ellos si pudieran opinar de nosotros? Me atrevo a ponerle voz a un mes muy particular que seguro descubriréis, espero que os guste. 

(Imagen de la red)


No, no vale la pena luchar por batallas perdidas y tú lo eres.
Oyes el viento entre los árboles mas, no logras escuchar mí música entre sus ramas.
Ves la lluvia mojar los cristales, pero no agradeces el llanto del cielo regando la tierra.
Impasible me tachas de triste y melancólico, sin valorar los tesoros que te ofrendo.
Embeleso, pintando de ocres, rojos, amarillos…, tus bosques; deleito tus sentidos.
Mas, asesinaste al niño que alguna vez habitó en ti y disfrutó comiendo castañas.
Batiendo imaginarias alas entre montones de hojas secas que crujían bajo sus pies.
Riendo bajo el sol que, como el cálido beso de una madre, le acariciaba el rostro. Yo.
Exhalaré por San Andrés mí último suspiro, llevándome con él la magia que no me ves. 

(Imagen de la red)



©María Dolores Moreno Herrera. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

OSCURA INSPIRACIÓN

(Imagen de la red)


Lo encontré como se encuentran las cosas importantes, sin buscarlo. O mejor dicho él me encontró a mí.

Apareció entre la bruma, casi dos metros de puro músculo, largas piernas enfundadas en pantalones de cuero, cabello negro que caía sobre sus hombros y que se ondulaba al viento formando una noche aterciopelada a su alrededor, torso desnudo surcado por un mapa de cicatrices y los ojos del color del hielo cuya frialdad quemaba como el mismo fuego.

Aquel extraño y aterrador ser permaneció quieto frente a mí durante unos minutos que se hicieron eternos. Debía salir corriendo  pero, algo me empujaba irremediablemente hacia él.
 Así que  cuando estiró la mano, con el corazón bombeando como si me fuera a estallar, no dudé me acerqué y la tomé. Al sentir su contacto, una corriente de calor me recorrió por entero estremeciéndome de la cabeza a los pies. 

Alcé la vista para fijarla en aquellos iris helados y me perdí en un mar tormentoso que escondía mil tesoros. Miré entonces sus labios carnosos que comenzaban a curvarse, para descubrir cientos de risas ahogadas. Levanté el brazo que tenía libre, con los dedos repasé cada una de aquellas marcas blanquecinas que marcaban la dermis, las yemas de mis dedos percibieron el dolor que lo embargaba; tanto injusto pesar me atravesó como la primera vez que supe de él. Posé la palma abierta sobre el pecho, sintiendo como cada latido quedaba grabado en ella, emanaba tanto amor, escondido bajo corazas de escarcha,  que quemaba la piel.

Apreté los parpados incrédula, conocía a aquel hombre desde hacia tanto tiempo, que tenerle allí tan cerca era como un milagro.

—Bl… —. Quise decir su nombre pero me lo impidió.
    No, jamás digas quien soy —ordenó poniendo una falange sobre mi boca—, promételo.
    Pero...
    Te llevo mil vidas, aún así me has sabido ver más allá de todos los ojos que me han mirado en estos siglos, me has querido por mis defectos y defendido a pesar de que todos veían solo maldad —dijo casi en un susurro—, llámame como quieras, pero mi nombre te pertenece.

Me quedé sin habla ante la contundencia y sobre todo la veracidad de sus palabras, lo quise desde el primer día, lo quería y lo amaría hasta el último hálito de mi existencia.

—Te lo prometo —afirmé trémulamente.

Asintió complacido soltándome y alejándose hacia aquella neblina  que lo había traído.

(Imagen de la red)
—Siempre estaré a tu lado mostrándote señales que te inspiren, una palabra, una canción. Me colaré en tus sueños, murmuraré en tus oídos, me escucharas en el viento, en el griterío, en el silencio…, guiaré tu pluma. No te prometo que todas las historias sean bonitas o siquiera buenas. — mientras la niebla se lo tragaba le oí decir— Pero, todas serán tuyas, nacidas del corazón.

Me sentí sola, desnuda y desamparada cuando desapareció dejándome en la más absoluta soledad, aunque rápidamente percibí su esencia rodeándome, dándome calor. Tal como me aseguró años atrás ahí sigue hoy,
junto a mí.


Para algunos su musa es una criatura de alitas plateadas que esparce polvo de hadas sobre ellos, para otros una diosa con túnica y peplo. A mí en cambio me tocó una mezcla entre ángel caído y guerrero, todo romanticismo y odio, ternura y terror, erotismo y castidad, pecado y virtud... Él es Mí Oscura Inspiración.




   ©María Dolores Moreno Herrera. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

SE ES O NO SE ES

(Imagen de la red)


Aquel 31 de octubre, el pueblo se preparaba para celebrar la fiesta de la cosecha como cada año. Los astros estaban alineados como el día que murieron su tatarabuela y la hermana de esta, como la noche que nació y pereció su madre…

Su progenitora gran aficionada a la literatura, había decidido llamarla Beatriz en honor al amor de su poeta favorito. Eso le contó la nana que la crió. Nadie sabía quien era su padre. 

Beatriz nunca fue feliz, el vergonzoso pasado de su madre y su costumbre de hablar sola cosecharon el rechazo de gente supersticiosa, convirtiéndola en una paria. Un nuevo mundo se abrió para ella al cumplir los dieciséis, aunque estaba prohibido algo la hizo bajar al sótano y encontrar aquel extraño libro de tapas oscuras y sin titulo.
 Al principio la escritura manuscrita era difícil de entender pero, aquellas voces que habitaban en su cabeza — su secreto—,  le explicaron cómo interpretar cada símbolo impreso. Robó el ejemplar y lo guardó entre sus pertenencias para cada noche, dedicar un rato a la lectura.

En menos de dos años comprendía el lenguaje oculto en las páginas, quiénes le hablaban y cuál era su misión.

Aquel 31 de octubre cubrió su cuerpo con una vieja capa que olía a alcanfor. Amparada por la oscuridad se adentró en las sombras. Paseó por el viejo cementerio de lápidas gastadas y cruces torcidas, con sus níveos  dedos acarició algunas de las mohosas tumbas antes de proseguir hacia el bosque. La luna llena la guiaba a su destino.

Llegó a la zona donde los matorrales se espesaban, los apartó hasta encontrar la entrada de una cueva,  entró en ella. Los rayos plateados de la diosa del cielo se filtraban por una pequeña oquedad mostrando el dibujo en el suelo.

El pentagrama, de un rojo carmesí,  brillaba en todo su esplendor. Sin dudarlo se posicionó en el centro, sacó el pequeño estilete que guardaba entre los pliegues de su capa y dejó que esta cayera mostrando su joven desnudez.

(Imagen de la red)

Un ligero corte cerca del corazón, unas pocas gotas de sangre que burbujearon al caer sobre el piso. Palabras que brotaron de su boca antes que un aleteo sonara a su espalda, cerró los ojos sintiendo un escalofrío cuando unas plumas le rozaron los pechos antes de rodearla.

Levantó los parpados esperando encontrar el horror, sin embargo un ser de belleza extraordinaria la abrazaba mientras descendían hasta quedar tumbados en el centro del pentáculo.

El cuerpo del Diablo era su cama, él le daba el poder de entregarle su pureza, venderle su alma, de dar y exigir. Tomó lo que le ofrecían y clamó venganza.

Por las hechiceras quemadas, que sufrieran las almas injustas. En el camposanto se quebraron las losas marcadas y los quejidos de los difuntos que las habitaban retumbaron en el infierno.
Por quien hizo sufrir de amor a su madre. La hoguera del pueblo creció de repente y una lengua de fuego alcanzó al panadero, que ardía entre alaridos,  nada pudieron hacer por él.
Por los infames moralistas, la luna se tiñó de rojo y gotas de sangre cayeron sobre los habitantes de aquel lugar como lluvia ácida, abrasando a hombres, mujeres y niños que chillaban de dolor.
Entregada al Príncipe de las Tinieblas, las visiones y los gritos de horror la llevaron al éxtasis.

Vestida de placer y sudor depositó el rostro sobre el pecho de su Señor deseosa de más.
Nuevas presencias se iban uniendo a ellos, cuerpos que se iban entrelazando indiscriminadamente en un acto de lujuria, pócimas, perversión y magia negra.
Las brujas habían regresado para quedarse.

(Imagen de la red)


© María Dolores Moreno Herrera.

martes, 1 de noviembre de 2016

SI AMAS...

(Imagen de la red)
-Si amas a alguien déjalo ir si regresa es tuyo si no…

Ni siquiera te dejé acabar, separé los dedos y como agua te permití deslizarte entre ellos.
Allí bajo el umbral, con una sonrisa en los labios, la mirada franca me prometiste volver pronto.
En tus ansias por alzar el vuelo no percibiste el frío en mis labios cuando me diste aquel último beso que no me supo a nada. Y ahí parada te contemplé perderte en el horizonte.

Era consciente que tu juramento era honesto, lo que no llegaste a vislumbrar cuando abrí los brazos y te dejé marchar es que yo no estaría a tu regreso.

Ese mismo día batí mis alas y volé allá donde el viento quiso llevarme. No, no es que no te quisiera, simplemente nuestra visión del amor diferían millones de años.

Sobrevolé valles, montañas, ríos, mares y en mi andadura encontré otro nido. Un lugar donde otro me cubrió con sus alas y me dio calor, compartió sus sueños, nos cuidamos y dejamos de ser dos para ser solo uno.

Allí encontré a quien me enseñó que si amas a alguien no debes dejarle ir, sino aprender a volar juntos.

© María Dolores Moreno Herrera.