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Qué bello es el amor, algo que debe arraigarse en cada uno de nosotros cada día del año, cada año de nuestras vidas. Sí, aunque tenga una jornada especial, qué importa un regalo si después no somos consecuentes con nuestros propios sentimientos. Pero eso ya es cosa de cada uno, yo quiero hablar del amor.
Qué hermoso es, al comienzo de una relación, ese roce de manos, ese beso robado, esa mirada tierna, el olor y sabor de la piel, que hace que se nos llene el estomago de mariposas que, aletean sus alas rozándonos el alma.
Y ese amor platónico que nos llena de ilusión y emoción, al ver al causante de nuestro desvelo. O el imposible que nos llena de melancolía pero que, al mismo tiempo nos da esperanza.
No olvidemos el misterio del amor prohibido.
También es bellísimo, ese que se va fortaleciendo con los años, donde la calentura inicial se ha difuminado un tanto pero, ay ese cariño, esa dulzura, ese conocerse y saber que quiere el otro sin pronunciar palabra, esa mirada que ya es tuya y que te cuenta tanto en un pestañeo o, esa caricia a veces provocación, a veces consuelo.
Mi favorito es el incondicional, ese que los padres dan a los hijos en cualquier momento y situación, a pesar de los fracasos y las decepciones. Me encanta el brillo en los ojos de unos padres orgullosos por los logros de sus vástagos. Siento cierta querencia por el fraternal, el apoyo de los hermanos. Adoro ese bienquerer inocente, espontaneo y verdadero de unos brazos infantiles rodeándote el cuello y diciéndote cuanto te quieren o los no ya tan niños que te llenan de detalles. Sí, el cariño de los sobrinos no tiene precio.Y no olvido ese afecto de los verdaderos amigos, los que te aconsejan pero no imponen, los que te acompañan en lo bueno y en lo malo, los que te ayudan a levantarte cuando te caes y se sientan a tu lado sin decir nada por que saben que no necesitas más que un rato de compañía. Este tipo de apego es hoy en día, un bien bastante escaso, así, que debemos valorarlo si se encuentra entre nuestros amores.
Seguro que hay mucho, muchísimos más. Cada uno de nosotros tendrá el suyo especial, todos estamos enamorados se alguien o algo y, todos son lindos, todos son preciosos. El amor es para experimentarlo, para tocarlo, olerlo, saborearlo; para disfrutarlo. No olvidemos que nos tiene que hacer sentir maravillosamente bien y si duele es cualquier otra cosa.
Espero que tanto el día de San Valentín, como los restantes compartáis en vuestros corazones la alegría y felicidad que nos proporciona el sentirse amado.
Yo, desde este humilde rincón les deseo tanta dicha que la sonrisa no se os borre nunca de los labios.
¡Feliz Día del
Amor y de La Amistad!