sábado, 5 de marzo de 2016

HABÍA UNA VEZ


Había una vez un pueblo de cuyo nombre  no voy a acordarme. Aunque pareciera como cualquier otro, no se asemejaba a nada, pues lo mismo estabas en un paisaje idílico,  que al borde del averno solo con parpadear.
Este particular sitio estaba habitado por todo tipo de criaturas que se mezclaban unos con otros, la mayoría de veces sin verse, otras por fortuna conseguían, como arañas laboriosas, trazar ligeras redes que, con lentitud y constancia transformaban en amistad.  En aquel armónico caos vivía ajena al mundo una joven de lo más normal.

Era una tarde de invierno estando sentada en el porche de su casa vio acercarse por un sendero una figura, rápidamente lo reconoció. Era el trovador que, de vez en cuando iba a la plaza y regalaba a quien quisiera escucharlo sus maravillosas historias. Ella misma había acudido muchas veces a deleitarse con sus magnificas palabras, dejando unas míseras monedas por tan ricos tesoros.

Aunque se extrañó mucho verlo allí, permaneció en silencio mientras él miraba en derredor con el ceño fruncido.

    ¿Té gusta vivir aquí? — preguntó tras un rato sin dejar de ojear con disgusto.
    ¿Cómo? —, demandó sorprendida.
    Fíjate en este paraje —señaló él haciendo un ligero barrido con el brazo— es frío, oscuro, sombrío.

La muchacha contempló con pesar lo triste que resultaba ver aquel simulacro de casa hecho con trozos de palos y ramas  apenas habitable.

—Es verdad lo que dices, pero… —agachó la cabeza avergonzada antes de continuar—, es lo único que he sido capaz de construir sin destrozar nada de lo que me rodea.

—Si quieres yo puedo ayudarte —añadió el contador de cuentos que sin saberlo se acababa de convertir en mago ante los ojos incrédulos de la chica que asentía—, volveré en unos días, piensa que te gustaría y lo haremos realidad.

Tal y como dijo el “hechicero”, como ahora lo llamaba, regresó. Mientras esperaba su vuelta había pensado, buscado y desechado mil ideas, hasta que tuvo claro que anhelaba.

    ¿Ya has decidido? —interrogó al llegar a su lado.
    Sí —aseveró dando vueltas a su alrededor como un cachorrito— quiero azul y dorado, armonía, luz y sueños.
    Si ese es tu deseo, debes confiar en mí —dijo él, al cual la torpe chica importunaba más que ayudaba—, ve a pasear por el bosque y luego regresas.

Se acercaba el ocaso cuando los pasos apresurados de la fémina se detuvieron en el camino, sentado sobre un tocón el trovador parecía ausente escribiendo sobre un viejo pergamino. Al verla se incorporó, se sacudió el polvo de los pantalones y le hizo un gesto para que se acercara. Tímidamente llegó a su altura, con la gentileza que caracteriza a un caballero la condujo al umbral y abrió la puerta.
Hubo un largo instante en el que se podía cortar el silencio, si él la hubiese mirado a los ojos hubiese visto que estaban velados y húmedos por la emoción.

De pronto ella se giró sin saber como agradecerle al mago todo aquello.

—Las gracias están dadas —señaló él tocándose el ala de su sombrero antes de darse la vuelta y alejarse por el camino que una tarde de invierno le condujo a aquel lugar.

Durante un día entero la muchacha se quedó bajo el dintel observando sin atreverse siquiera a entrar por miedo a desmoronar  aquel cielo, el sol, la luz que ahora emanaba de su morada borrando toda la oscuridad.

Mirando detenidamente su nuevo hogar comprendió el verdadero regalo que de forma desinteresada había recibido.
Sonriendo subió al punto más alto y  gritó su historia  al viento en los cuatro puntos cardinales para que la llevara a través de los campos, montañas, valles, a través del mar.

Muchos dicen que a veces oyen a la brisa hablar, unos dicen que es verdad, otros dicen que es leyenda pero todos coinciden que escuchan a una mujer replicar:

—Necio aquel que piense que el tiempo es oro, cuando en realidad vida es.



Moraleja: Valora a quien te dedica su tiempo,  te está dando algo que jamás recuperará. 


© María Dolores Moreno Herrera.

13 comentarios:

  1. Quizá transformar los parajes no sea lo tuyo, pero tampoco lo es narrar como tu lo haces. ¡Y se te da de fábula!
    Sí, la magia existe y por supuesto los hechiceros que gustan crear (y ufff que bien crean) y dar felicidad.
    Una preciosidad de cuento, Mariola.
    Un besazo.

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    1. Torpe como yo sola ya sabes jajajaja. Pero tú me quieres mucho. Muchas gracias por estar ahí siempre a mi lado aunque no estés por aquí. Un beso primi.

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  2. Empecé a leer el cuento y no daba crédito a lo que mis ojos estaban viendo... Las lágrimas emocionadas han fluido libremente de tal manera que debía hacer pausas para seguir. ¿Cómo has sido capaz arañita laboriosa, de tejer esta red tan brillante con perlas de escarcha? Me gusta el calificativo de trovador, pero me quedaré con el de hechicero. Me pega más, algún día, en una de mis visitas a tu casa, o cuando vengas a verme a la mía y mientras contamos estrellas, de esas que parecen brillar solamente para los que las saben ver; te contaré el porqué de muchas cosas, o no, y las dejamos detrás de esa cortina de sueños que nos hacen presentir aunque no nos dejen ver, a las personas a las que ya podemos llamar amigos sin errar, en los que confiar y darles la mano para vadear ríos o "avernos" insondables como los existentes en este mundo virtual. Ahora el que te da las gracias soy yo, el desde ahora, tú hechicero. Besos

    Y este cuento con tu permiso, me lo quedo como un regalo que me hiciste.

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    1. Al final me volveré a emocionar. Las gracias sin más no bastaban al menos no para mi, yo es que soy así de simple o de complicada según se mire. Espero de corazón que te haya gustado. Por supuesto y sin permiso quedatelo es tuyo, el único temor que tenía era que no te gustara.
      Un abrazo hechicero y muchísimas gracias por todo.

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  3. Quizá tengamos un mago cerca y no nos hayamos dado cuenta, todo va tan rápido que creemos que no hay tiempo que perder o simplemente no nos paramos a pensar y a apreciar. Pero el tiempo dado para hacer feliz a alguien nunca es tiempo perdido si cumple el objetivo... es algo tan difícil hoy en día.
    Precioso cuento, Mariola.
    Un besote

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    1. Tienes razón Nena, el tiempo dado en hacer feliz a alguien nunca es perdido, pero aquel que lo da tampoco lo recupera, por eso todos los que pasáis por aquí y me dedicáis aunque sea un minuto de vuestro tiempo sois importantes para mi.
      Me alegra que te haya gustado
      Besos.

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  4. Qué precioso cuento, Mariola, poético y lleno de luz. Me ha encantado la figura del trovador/hechicero, y también el momento en que la protagonista se da cuenta del regalo que ha recibido. Es un instante muy emotivo, me ha emocionado tu forma de relatarlo.
    Me ha gustado muchísimo. Un beso enorme

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  5. Ah, y me encanta el "cambio de look" de tu blog.

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    1. Gracias Chari, es que esa figura tiene todo eso y mucho más, y bueno el regalo es un bien muy preciado al menos para mi que dispongo de muy poco tiempo libre y lo valoro muchísimo. Me alegro que te haya gustado.
      El cambio de look que me encanta no es merito mío en absoluto sino de ese mago que me regaló su tiempo. Un besazo.

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  6. Sorprendida si, en un principio pensé que algo se me escapaba en este relato, que no lo entendía bien, pero sólo he necesitado un vistazo a los comentarios para darme cuenta que no estaba muy confundida, cuenta conmigo mi trovadora/hechicera/amiga, no paro de contarle a todo aquel que quiera escuchar la brisa, las excelencias de dedicarte un poco de tiempo. Y si estoy equivocada lo siento.

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    1. Para mi todo aquel que me dedica un bien tan preciado como su tiempo tiene todo mi agradecimiento amiga mía. Un beso grande.

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  7. Hermoso relato, me gusta la parte en que recibió un regalo tan bello y se emocionó tanto que gritó su historia al viento. Está muy bonito el nuevo diseño de tu blog.
    Un abrazo.

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    1. Gracias Miriam, si fue un regalo hermoso más allá del material y por eso lo valoró aún más. Me alegra que te guste el diseño del blog, eso es otro regalo del protagonista del cuento, como ves soy muy afortunada. Un beso enorme.

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